viernes, febrero 08, 2008

OCÉANO: más que un circo, un horizonte.

Hay que sacarse de la retina la imagen del circo “Le Soleil” vestuarios y maquillajes barrocos y coloridos, olvidarse del payaso de cara pintada del circo chileno. Así, sin prejuicios, nos adentramos en un circo pobre, que se ha hilvanado del préstamo de diferentes sillas, colchonetas, guirnaldas de luces, creado el famoso redondel –que acá es cuadrado- con cajas de plástico de Cocacola. Un circo sin acomodadores, sin lujos, con polvo, con tierra, sin telones de lentejuelas y parlantes aturdizantes. Es la atmósfera del circo, es el espacio necesario para contar una historia real, desde el circo mismo, donde los protagonistas son familia, ni bellas, altas y delgadas modelos, ni robustos y apolíneos acróbatas, son mas bien jóvenes, jóvenes semaforistas, unidos, mancomunados con otros mayores, con mayor experticia que han creído que el aporte cultural a un hecho trágico que rememora cien años va mas allá de la tragedia y de la sangre como testigos presenciales de una realidad que sirve para crear el espectáculo.
El circo Océano existió realmente, estaba instalado -por esos días- vecino a la Escuela Santa María, un circo que además también traía espectáculos de boxeo[1] y montaba obra teatrales[2] y que cobijó a tantos heridos y masacrados el 21 de diciembre de 1907 en Iquique. La historia que cuenta Zobarán –nombre real del dueño del circo- como maestro de ceremonia -lúdico y gracilmente- interpretado por “Canatran” da cabida a pampinos que necesitan pernoctar. Así van armando el espectáculo con breves números circenses de acrobacia, de destreza física que no perturban la secuencia de los acontecimientos donde las intervenciones de los secuaces de Silva Renard parodian la realidad política y social de la contingencia de la época. Todo el drama, los acontecimientos, los números nunca visto, la mujer barbuda, la guagua gigante se nutre de la atmósfera de un circo que sufre con el dolor de la injusticia humana, pero que como buenos artistas aún así ese show debió continuar.
Creo que la propuesta de las compañías “En la Cuerda”, “Circo Delirio”, “Teatro No Más” y “Saltimbanqui” es un aporte cultural, un trabajo redondo, serio, interesante, que con lágrimas en los ojos aplaudí el día que fui a ver la función. No éramos más de treinta personas en el público, pero el haber pagado la entrada fue mi aporte al trabajo que por años vienen realizando por el arte circense un grupo de teatristas iquiqueños y que han coronado su objetivo armando su propio circo. Hay que ir a verlos, estarán todo febrero (Cuarta Sur con Héroes de la Concepcion al lado del Sodimac) y se olvidarán de la parafernalia “jolibudense” para meterse en una historia humana donde el brillo, las luces y los dorados acá estarían de más.

[1] “... Junto al río Mapocho funcionaba el llamado circo Inglés en 1893, mientras que en la ribera norte del mismo río, frente al puente de los Carros en 1909, funcionaba la empresa de Ernesto Echiburú con una carpa capaz de contener 1500 personas de galería y 500 de platea, hay noticias del circo Bravo que funcionó en la calle Bandera esquina Mapocho en 1904; del circo Océano, con combates de boxeo en 1908 y del Plaza Circo Santiago, ubicado en las cercanías de la actual plaza Baquedano en 1901, con espectáculo de animales bravos.” (Extracto del Libro “Patrimonio Histórico de la Comuna de Independencia”. Instituto de Restauración Histórica Arquitectónica. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad de Chile. Magda Anduaga, Patricio Duarte, Antonio Said)
[2] Manuel Rodríguez: drama histórico y popular, escrito por José Lietti. para el Circo Wallace, estrenado con gran éxito en Santiago en el Circo Océano el 26 de Mayo de 1896 (Wiquipedia.com)